miércoles, 6 de abril de 2016

De ida y vuelta


Los tres amigos paseaban por la orilla del río, cuando llegó a sus oídos el sonido tenue de una cohetería que anunciaba, bien a las claras, que allí se festejaba algo. El primero en abrir la boca fue Armando que, hasta ese momento no, había estado demasiado dicharachero que digamos: «¿Y esos cohetes? ¿Qué celebramos hoy? Mari Pepa no tardó en contestarle: «¡Hombre, Armando, parece mentira…! La fiesta sevillista, que la tenemos ahí, en la Cartuja». «¡Uy! Es verdad, qué cabeza la mía, como el partido fue ayer, pensé que ya habría pasado todo.» Los cohetes abrían el claroscuro del cielo como una flecha endiablada, que se rompía en mil pedazos. Una vez alcanzado su objetivo, brotaba una cascada luminosa de la que surgían otras más pequeñas, que a su vez también estallaban. Como además se reflejaban en el cristal del río, el espectáculo terminaba siendo muy atractivo. Julia reclamaba su parte de protagonismo en el evento, haciendo alusión a que su equipo ―el Betis―, también había tenido momentos de gloria, pero al instante fue replicada por su amiga, que le insistía en que habían sido tres títulos en una misma temporada, y eso solo estaba al alcance de los grandes como el Madrid y el Barcelona. Armando trataba de hacerles ver que eso se debía, ni más ni menos, a la importancia que estaba tomando esta ciudad que, de un tiempo a esta parte, se estaba poniendo a un nivel difícil de superar.
Así comienza esta historia que se desarrolla en el relato De ida y vuelta y que conforma el sexto aporte del libro Una parada obligatoria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario