En el punto sexto, dice Horacio Quiroga que si quieres expresar con exactitud esta
circunstancia: “desde el río soplaba un viento frío”, no hay en lengua humana
más palabras que las apuntadas para expresarla. Y ahí me duele, porque ya
quisiéramos todos los que andamos en esto de la escritura dar con las palabras
precisas. Esa es la lucha, esa es la batalla constante para dominar el
lenguaje, para abolir el diccionario de sinónimos.
En el punto séptimo, habla de los adjetivos: No adjetives sin necesidad. Inútiles serán
cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Más de lo mismo,
dominio del lenguaje para hallar la palabra adecuada, el sustantivo
insustituible. Eso significa trabajo, leer y releer lo escrito y pedir ayuda a
quien tengamos a mano para que podamos cotejar y no caer en errores
irreparables. Leer en voz alta también da buenos resultados, ya lo creo.
En el octavo pretende Quiroga que no nos salgamos de la
línea trazada cuando diseñemos el cuento. Ya comenté que no tengo de arranque
más que la idea, luego va surgiendo todo lo demás, aunque si comparto con él
que no conviene irse por las ramas, porque como él mismo dice “un cuento es una novela depurada de ripios”.
Punto noveno: No
escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres
capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del
camino.
Dice Quiroga en el noveno punto de su decálogo: No escribas bajo el imperio de la emoción.
Déjala morir y evócala luego. O sea, los pies calientes y la cabeza fría.
Como lo que me gusta es la constancia, las emociones son pasajeras en mi caso.
Cuando el intelecto está en plena ebullición, los momentos inolvidables afloran
y hacen posible una buena escritura.
Y por último —y esta vez si que es de verdad—, la maestría
del uruguayo nos hace ver lo importante que es apartar los egos y nos centremos
en los personajes que nos traemos entre manos. A ellos es a quien hay que
darles importancia. Hay que retratarlos, hay que darles vida y caminar con sus
mismos pasos.
Epílogo: Ahora hay que aplicarse al cuento. Los resultados, si es que han de llegar,
ya llegarán.