miércoles, 30 de diciembre de 2015

Decálogo del perfecto cuentista


Dice Horacio Quiroga en el Decálogo del perfecto cuentista que hay que creer en algún maestro. Menciona a Poe, Maupassant, Kipling y Chejov. Me descubro ante todos ellos y añado a él mismo y a mi admirado Ignacio Aldecoa. Dice en ese punto que hay que creer en ellos como en Dios mismo. Me quedo con los escritores, a los que no dejo de acudir una y otra vez, como queriendo desentrañar el misterio de su arte.
En el punto dos emplea una máxima que suscribo a pies juntillas: “Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en dominarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás si saberlo tú mismo.” Lo cual quiere decir que lo importante es trabajar, no decaer y sobre todo disfrutar con lo que se está haciendo, tener los pies en la tierra y saber el papel que a uno le toca representar dentro del mundillo de la escritura.
En el punto tres nos recomienda Quiroga que resistamos a la imitación, pero si el influjo es demasiado fuerte que nos dejemos llevar. Aquí lo tengo muy claro: ignoro si tengo estilo o no, a la hora de escribir, eso que lo digan otros, pero lo que si es cierto es que hago las cosas a mi manera. Sin duda habrá influjos, aunque vendrán derivados de mi propia formación; para eso lee uno, para eso escudriña en el hacer de otros escritores, para eso escucha a otros compañeros embarcados en el mismo puerto, para eso debate y para eso se madura a base de dejarse las pestañas delante del folio en blanco. O sea, trabajo y más trabajo y en medio de todo eso, placer en su dedicación.
En el cuarto punto, el decálogo se vuelve romántico y entre otras cosas nos dice que amemos a nuestro propio arte como a nuestra propia novia, dándole todo el corazón. Bien pensado es posible que nuestra pareja pueda invertir los términos, así que dejémoslo como está. Más me gusta la primera parte de este mismo punto que hace alusión a la fe en el ardor con el que se desea el triunfo, por encima de la capacidad para conseguirlo.
Y por último —por quedarnos en la mitad, justo equilibrio—, en el punto quinto, dice: “No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas”. Aquí si que me rindo, puesto que mi tendencia es comenzar el cuento sin saber cómo va a terminar. Me basta una idea, una escena, un fogonazo para dejar que la pluma fluya y encuentre un final adecuado. Eso si, tanto la primera como la última palabra pueden sufrir modificaciones infinitas.
Por cierto, cuidado con las uvas, saboréenlas y FELIZ AÑO.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

sábado, 28 de noviembre de 2015

Para que no te quedes en blanco

 Novela Cuando los bosques mueren, libro de relatos Una parada obligatoria, libro de relatos A la sombra de la Encina Gorda, guia de aves Aves, una aproximación a la avifauna de Paymogo.

sábado, 7 de noviembre de 2015

Con otro color


  Así comienza este relato que se puede encontrar entre las páginas del libro Una parada obligatoria

Tiene unos labios que destacan sobremanera dentro de su cara de niño. Pero Michel mide uno ochenta y es padre de dos criaturas, que no ve desde hace diez meses. En lo alto de la bicicleta parece el pato Donald africano, con esas dos enormes bolsas del cortinglés que le hacen tambalear el manillar y de las que sobresalen los montoncitos de papel soplanapias que ha encontrado de oferta en la tienda de todo a sesenta céntimos. Se pasa el día pegado al semáforo de la rotonda, esperando que paren los coches para pedir a los automovilistas que le compren su oferta. Las tres palabras que le enseñaron a decir en español son infalibles para que la mayoría de la gente le diga que no, pero él insiste y pone cara de alegría y no cesa de chapurrear buena suerte, como punto final a cada una de sus plegarias. Lo mismo le da que le miren con cara de asco, con desprecio, con sonrisas, o que no lo miren. Es hermoso desear buena suerte a todo el mundo, colaboren o no a ganarse ese sustento que, cada semana, envía puntualmente a su familia, allá en ese punto del mapa ligeramente escorado hacia el sur, una vez salvado el cabo Trafalgar. Se pasa tanto tiempo pegado al semáforo, que está deseando llegar al piso, que comparte con otros colegas venidos antes que él, para echarse a dormir como un lirón. Uno de esos amigos es el que le trajo a España, el que le animó a dar el gran salto y él mismo lo instruye sobre todo lo que debe hacer o decir en esta tierra, en la que espera poder sacar lo suficiente para paliar la pobreza de su familia. Por eso Michel no se mueve de su puesto junto a la rotonda, y apenas conoce otro camino que el que le conduce al piso donde habita y a la zona comercial donde encuentra la oferta del día.
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martes, 20 de octubre de 2015

La opinión de María Felipa


De María Felipa sábado, 17 de octubre, 2015 17:13

Qué tal José, cómo se encuentra? Y el grupo, se siguen reuniendo y estudiando a los clásicos? Yo sigo complicada pero hoy dispongo de un tiempito y escribo.
Le debo un comentario sobre Una Parada Obligatoria, porque obligatoria debe ser para nosotros la crítica literaria.
La primera vez que leí me resultó tan diferente a lo que publican por acá (también que estoy en un taller de ciencia ficción y fantasía, heroica o fantástica) que perdí entusiasmo. Los califiqué de sencillos, aunque todos me atraparon con el deseo de llegar a conocer el desenlace.
En una segunda lectura me familiaricé con su discurso, con su estilo natural (como usted mismo) y olvidé la forma para disfrutar la idea. Mantuve una selección pero en general es un conjunto coherente y bien estructurado. Felicidades, siga escribiendo. En especial, La Carta, El Destierro, De ida y vuelta y Una parada obligatoria (aunque quiero que me diga sobre la simbología del comentario Seguimos hacia Córdoba...etc) fueron los que más me gustaron. Aunque los de corte irónico o burlón también los disfruté.
Bien José, estoy por comunicarme con V. y otros que me dieron el correo, pero no me parece que hayan más de cuatro apasionados por escribir, y ya usted debe haber experimentado que requiere hasta de cierta devoción materializar la creación literaria.
Me despido, saludos y besos para usted y el grupo,
María Felipa

martes, 6 de octubre de 2015

Maneras de desandar el tiempo


Traigo a esta página el libro de relatos MANERAS DE DESANDAR EL TIEMPO, del colectivo Punto y Seguido, ubicado en Málaga.
Dicen en su contraportada: Alguien podría preguntarse para qué desandar el tiempo. ¿No sería mejor negarlo, esquivarlo, disuadirlo o simplemente olvidarlo? Y si aceptamos que el tiempo es limitado ¿por qué no dejarlo avanzar sin más?, ¿para qué volver a las andadas e intentar remediarlo, revivirlo, alterarlo?, ¿para qué desandar el tiempo?
Para dar respuesta a esas preguntas y a otras que se nos pudieran ocurrir, los tendremos con nosotros en el Centro Cívico Casa de las Sirenas de Sevilla, el viernes 16 de Octubre a las 20h, en un acto que esperamos darle el suficiente calor para que nadie se sienta defraudado. Quien suscribe esta nota puede dar fe de la calidad de los textos que configuran la edición de la que hablamos.
Este no es un libro sobre el tiempo, es más bien un libro en el tiempo, en nuestro tiempo limitado, y también una excusa para recobrarlo y darle forma.
Una parada obligatoria da la bienvenida al mundo del libro físico a Maneras de desandar el tiempo, y así entre parada y parada seguiremos desmadejando el ovillo, seguiremos preguntándonos si es que en verdad hay forma de dominar a ese tiempo.
El libro presenta una atractiva edición, con un elenco de ilustraciones que lo hacen aún más apetecible si cabe.
Andrea, Miguel, Inmaculada, Loli, Isabel, Mauricio y Pedro, conforman Punto y Seguido desde el año 2007. No es su primera aventura literaria, ni será la última porque mientras siga picando el gusanillo de la escritura, habrá proyectos a los que enfrentarse y en este grupo de personas, hay madera, saben lo que se traen entre manos.
Buen lugar para contrastar todo lo que en estas breves líneas he apuntado.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Sobre libros y librerías



Muere Carmen Balcells y aunque a uno esto ni le va ni le viene, más allá del respeto que le merece la propia muerte de un ser humano, si que es verdad que da envidia sana saber que han existido personas de tal calibre velando por la salud de escritores de la talla de García Márquez, Juan Marsé o Camilo José Cela, pongo por caso. Ya sé que esto no es más que un puro negocio, pero qué liberación debe suponer poder dedicarte a escribir y publicar sin preocupaciones de recuperar el dinero invertido. Ni conocía a esta señora, ni a nadie de su entorno, pero su imagen siempre me dio la sensación de ese aspecto bonachón que debe tener toda persona en la que confiamos. Ella se ha ido, lo que hace falta es que sus descendientes en el cargo puedan seguir sacando a la luz a más Cortázar, Vargas Llosas, Nerudas, Aleixandres, Mendozas, Montalbanes, Cercas, o al menos dando el apoyo suficiente para que ninguna figura de primer nivel vea frustrada su carrera por mera necesidad económica.
Mientras tanto en Japón, un espabilado librero se hace con el 90% de los 100.000 ejemplares de El novelista como profesión, nuevo libro de Haruki Murakami, en leal lucha por la defensa del libro en formato papel. Aplaudo porque —sin renegar a la era Internet— me siguen atrayendo sobremanera los libros tangibles. Puede sonar a perogrullada, pero su tacto, su olor, su posición particular en la librería, me traen tan buenos recuerdos que siempre tengo uno a mano, esté donde esté. “El hecho de que las librerías físicas hayan estado en el mercado por siglos no significa que este sea un formato obsoleto para servir a los ciudadanos del siglo XXI”, ha dicho el personaje en cuestión, un tal H. Sogo, al que no tengo el gusto de conocer, pero al que aplaudo.
Y ahora lo más triste: parece ser que Beta no puede sostener algunas de sus librerías y caen dos de ellas en la ciudad de Sevilla. Muy triste. Ya había cerrado hace más de un año la que tenía establecida en el antiguo Teatro Imperial de la calle Sierpes y que tanto me recordaba a algunas que conocí en Buenos Aires hace años. Entonces quede sorprendido ante la posibilidad de entrar en una tienda enorme llena de libros, con rincones acogedores dónde uno se podía sentar a leer con toda la tranquilidad del mundo e incluso se podía tomar un café si le apetecía. Ya sé que hoy día existen otras cadenas que llevan a cabo iniciativas plausibles y de similares características, pero para mí eran desconocidas en aquel tiempo. Por eso y porque el negocio sigue siendo el negocio, dos librerías pasan a mejor vida y eso siempre es de lamentar. Menos mal que siempre me queda el consuelo de que la mía —la que estoy montando en mi propia casa— cada día cuenta con más ejemplares y eso se lo debo en gran medida al avasallador impulso de la era Internet. Así es la vida.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

El destierro



Así comienza este relato, que forma parte de Una parada obligatoria:
Sábado. Once de la noche:
Mientras Pedro se debatía en un quirófano, entre la vida y la muerte…
—¿Y ahora qué, Juan? ¿Con qué ánimo vuelvo al pueblo? —se lamentó sollozando el padre de Pedro.
—Con el mismo que puede volver cualquier padre responsable —le respondió Carrasco.
—Si mi hijo se muere, esto no puede quedar así.
—Claro que no, pero aún está vivo; eso es lo importante.
—Aun así, Juan, aun así.
—No estás solo, tienes una familia.
—Tú sabes que yo no podré vivir al lado de quienes se han querido llevar por delante a mi hijo.
—¡Ha sido un accidente, hermano!
—¡Ha sido un crimen!
—Pedro todavía está vivo. No saques las cosas de su sitio; respétalo. No sabemos nada, ni siquiera qué pasó. Llevamos aquí metidos un día entero y por ahora lo único que nos debe preocupar es que tu hijo, ¿oyes?, ¡tu hijo!, sigue estando presente entre nosotros, así que deja de hacer cábalas y cálmate de una vez.
—Muy buenas palabras, hermano, pero a mí no me valen. Yo no puedo volver a mi pueblo y sentirme observado por todo el mundo, mientras el culpable de esto anda por ahí suelto.
—Muy bien. Si quieres, cogemos la escopeta y nos vamos de casa en casa...
—No es eso, Juan, tú lo sabes. Yo no voy a matar a nadie, pero tampoco puedo vivir con quien ha intentado quitarle la vida a mi hijo.
—¿Y quién ha sido?
—Por eso, Juan, por eso. Porque ni lo sé ni quiero saberlo, prefiero no verle la cara a nadie. Todos nos conocemos y sabemos quiénes estaban detrás de esas botellonas y se hacían los gallitos y arrastraban a los jóvenes.
—Sabes demasiado, hermano.
—Lo justo como para no poder vivir tranquilo. Con mi hijo o sin él, mi vida ha cambiado, y tú lo sabes. Me conoces bien y no ignoras lo que late en mi cabeza. Mejor será que hoy sea la última vez que pise la tierra que me vio nacer.
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martes, 21 de julio de 2015

La opinión de Luisma Giménez

  

Luisma Giménez

<aranyluisma@gmail.com>
















  

2 de julio de 2015, 18:03
Para: José Rodríguez Infante <arruillo@gmail.com>

      Hola, José. Ya he leído "Una parada obligatoria", y, contraviniendo los deseos de nuestro José Rico, te diré que "me ha gustado" mucho. Creo que ya me conoces lo suficiente como para no esperar de mí una crítica "de fundamento". No sé hacerlo. Puedo decirte qué historias son las que más me han gustado, las que me han llegado más. "Una granja muy particular" me resulta muy tierna y llena de humor. El personaje de Maite se hace querer tanto como la quiere el narrador.
      "La carta" me ha tocado especialmente. Aparte de que también el pesonaje de Tere está tratado con mucho cariño, es que yo he hecho, con mi "primer amor", prácticamente lo mismo que ella.
      Está claro que me van -y a ti también- las ocasiones que están a punto de cuajar y no lo hacen, las ocasiones perdidas... porque otro relato que me ha gustado mucho es "La conversación". Me ha recordado una canción que me gusta mucho: "Lobo López", de Kiko Veneno: "...por no hablar a tiempo estaba sufriendo, su amor se le iba".
      Y, en otra línea, la fantástica, me ha gustado "Contenedores".
      Últimamente me noto muy torpón con los enredos, intrigas, etc., y por eso no he podido disfrutar tanto de relatos como "El caso del yogur perdido".
      Y (no tiene nada que ver con el caso anterior) el que más pena me ha dado no pillarlo del todo ha sido "Una parada obligatoria". Me gusta, pero siento eso: que no lo pillo del todo, sobre todo el final.
      Como ocurre a menudo en tus escritos, me gusta cómo utilizas el lenguaje coloquial ("colocón", "soplanapias", "palante"...), y tu habilidad en los diálogos.
      "Una granja particular" me ha hecho pensar en un libro que adoro y que sospecho conocerás: "Mi familia y otros animales", de Gerald Durrell.
      En fin, Pepe, que la lectura de tu libro ha sido muy grata. ¿Cómo va el tema de ventas, lectores, comentarios, etc.? Espero que haya gente más dotada que yo y que recibas también públicamente el reconocimiento que mereces.
      Últimamente estoy con la cabeza en otras cosas y muy desinflado en mis ganas de escribir, pero confío en que nos sigamos "viendo" por estos mundos de internet. (Si yo no estuviera ahora tan "seta", me daría una vuelta por allá abajo, pero no hay manera.)
      Un abrazo
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jueves, 2 de julio de 2015

Biografía de un anónimo

El texto que sigue apareció en una de las muchas páginas que pululan por la blogosfera. Lo envié para su publicación, pero ocurrió este desaguisado:


Hay veces en las que aceptamos relatos para la sección del jueves en las que sus autores aportan muy pocos datos biográficos de sí mismos, no quieren ceder una foto, prefieren utilizar pseudónimo… Pero nunca, desde que estrenáramos allá por el año 2006 este blog, me había encontrado con un Narrador que no diese su nombre, no aportase datos, foto, nada… a excepción del producto de su pluma.

Pues este martes así ha sido. Os presentamos a un anónimo autor de “La Rebelión”, la pieza escogida para este jueves por nuestro compañero Mario. Y a fe que algo ha tenido que ver en ella para que, aún sin firma, se vea publicada en esta página.

Yo también he tenido la suerte de leerla y es verdad que nos encontramos ante un ligero relato, imaginativo y muy rico en lenguaje; una historia que me evoca la orweliana “Rebelión en la granja” y en la que también en esta “La Rebelión”, son los animales (concretamente diferentes especies de pájaros) los protagonistas de la historia.

Así, de la lectura de este relato se puede deducir que su autor o autora es una persona con un bagaje lector amplio, creativa y con una capacidad de crear una atmósfera metafórica muy atractiva. En fin, una pena…

En todo caso, y a expensar de que finalmente alguien quiera hacerse acreedor o acreedora de la firma de “La Rebelión”, yo os conmino al próximo jueves a leerla.

Con el paso del tiempo La Rebelión pasó a formar parte del libro de relatos Una parada obligatoria

martes, 16 de junio de 2015

La rebelión


Los pájaros habían decidido que lo mejor era esperar al anochecer, cuando ya todos estuvieran acostados, para sorprenderlos mientras dormían porque, en conjunto y despiertos, sería difícil llevar adelante el plan.

La señora Abubilla, que de eso entendía bastante, había descubierto que por la chimenea se podía acceder al interior del cobertizo, ya que ellos siempre tenían la precaución de no dejar ni gota de brasas, así que no había peligro. El señor Mirlo no las tenía todas consigo, pero tampoco quería ser el agorero del grupo. Al fin y al cabo, si todos pensaban como la abubilla... ¡adelante! El plan tenía que salir bien, que para eso lo habían estudiado hasta el último detalle. Sigilosamente, se fueron deslizando todos los pájaros por el interior de la chimenea, siguiendo a la intrépida Abubilla: en el comedor no había nadie, ni se escuchaban ruidos sospechosos que pudieran poner en peligro la operación anillamiento, como la había bautizado el señor Martín. Solo podían verse, en lo alto de la mesa, los restos de la cena del día anterior, unas cuantas latas de cervezas vacías, y otras de refrescos.
Hasta aquí una pequeña muestra de este relato, incluido en Una parada obligatoria, que dedico a la gente de Andalus, por tantos fines de semana de aprendizaje en la Sierra de Aracena y Picos de Aroche.

viernes, 29 de mayo de 2015

Una parada en la Feria del libro de Sevilla

                       

Agradecido a María José Collado y a Eugenio Fernández Mejías por su colaboración, así como a todas las personas que estuvieron presentes en los actos.
 

lunes, 11 de mayo de 2015

Feria del libro vs Una parada obligatoria



El martes 12 de Mayo, a las 18h, en la Sala Apeadero del Ayuntamiento de Sevilla, os invitamos a participar en una charla-coloquio en torno al libro de relatos Una parada obligatoria.
El acto se celebrará con motivo de la Feria del libro de Sevilla 2015.
Participan: José Rodríguez Infante y Eugenio Fernández Mejías
Os esperamos

miércoles, 6 de mayo de 2015

Charla-coloquio


Mañana jueves, 7 de Mayo, os espero a todos.
Estaremos en la Casa del Libro de Sevilla
A las 19,30h
María José Collado y yo mismo abriremos una charla en torno al libro de relatos Una parada obligatoria.
A partir de ahí se abre un coloquio en el que participaran aquellos que lo deseen.
Os esperamos.

martes, 21 de abril de 2015

Una granja muy particular


Maite vivía en la ciudad, aunque su vocación siempre tuvo que ver con los animales del campo. A ella le daba igual el tipo de paisaje que apareciera en su retina, o los diferentes usos que el hombre le había dado al medio a lo largo de la historia. Del campo lo único que le interesaba eran los seres vivos que lo pueblan, y como no vivía en el campo, convirtió la casa de sus padres en un zoológico, algo ilógico por las dimensiones de la vivienda. De movimientos algo torpes, le hubiera gustado estudiar veterinaria, pero su cabeza no daba para tanto y se tuvo que conformar con un curso de formación profesional que le sirvió, durante un tiempo, para trabajar en una clínica veterinaria donde la explotaban. 
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Así comienza este relato que sirve como carta de presentación de Una parada obligatoria. La pequeña gran historia del mismo, se remonta a otros tiempos en el que tuve ocasión de conocer a una persona cuyo amor por los animales era tal que contagiaba con solo estar a su lado. Es mi humilde homenaje a tanta y tanta gente que hace posible la vida en un planeta lleno de locos, capaces de aniquilar al prójimo sin miramiento alguno. 
Maite apareció en mi libreta y se quedó a vivir conmigo, y ahora con todos vosotros. Conózcanla, merece la pena.

viernes, 20 de febrero de 2015

El día de la presentación

         

El pasado 11 de Febrero tuvo lugar la presentación de Una parada obligatoria, libro de relatos.
Estas son algunas de las fotos de tan inolvidable día.
Gracias a todos por su presencia.

domingo, 8 de febrero de 2015

Presentación de Una parada obligatoria



INVITACIÓN

Este miércoles, 11 de Febrero a las 19,30h. se va a presentar en el Centro Cívico La Casa de las Sirenas de Sevilla, el libro de relatos Una parada obligatoria del que soy autor.
El acto será presentado por el escritor onubense José María Vaz de Soto y contará con la colaboración de Teatro Circo La Plaza para darle forma a parte del contenido del libro.
Pasaremos un buen rato, con toda seguridad, por lo que están invitados y serán bien recibidos.
Les espero.


martes, 27 de enero de 2015

Cómo mirar la vida con otros ojos


Esta obra, recientemente publicada por Editorial Círculo Rojo, descubre a sus protagonistas que no han dudado en mostrar todas sus cartas para que ahora sea el lector el que inicie su propio juego
Estamos rodeados, a veces sin saberlo, de personas que guardan historias auténticas, emocionantes y capaces de hacerles vibrar con sus momentos más íntimos. Unas biografías dignas de plasmar en una obra tal y como ha hecho José Rodríguez Infante (1951) en ‘Una parada obligatoria’ (Editorial Círculo Rojo).
Gran observador de su entorno, colaborador de revistas y de prensa diaria, su autor se ha valido precisamente de esta experiencia para contar los momentos que han vivido diferentes personas que, casualmente o no, se han cruzado en la cronología del autor onubense.
‘Una parada obligatoria’ acoge diferentes relatos de una serie de personajes que “sin decir palabra, hablaban por sí mismos”. Sin ninguna pretensión, es decir, sin buscar hacer un estudio etnológico,  con esta obra Rodríguez Infante pretende compartir estas diferentes situaciones con las que se encontró y que le dieron el impulso “para que fueran ellos mismos [sus protagonistas] los que escribieran su biografía”. Las pasiones que desarrollaron o los valores que pusieron en boga son fruto de su propia intención de vivir.
El autor incide en que los lectores se sentirán “identificados” con los relatos que aparecen en esta obra. “La vida cotidiana pasa por nuestro lado y apenas le echamos cuenta, por eso, de vez en cuando, es preciso pararse a observar qué está ocurriendo” y es en ‘Una parada obligatoria’ donde podrá hacerlo y donde podrá participar  o no del juego que ofrecen sus protagonistas, quienes han puesto todas sus cartas bocarriba.